Mi democracia es real

La realidad es que trabajo en una ONG de, para y por discapacitados, aunque si les preguntas a ellos te dirán que no lo son, que son completamente normales y que es el resto del planeta quien no comprende su idioma. Y  tú ves todos los días cómo tienen toda la bendita razón. La realidad es que más de la mitad está en el paro y la mayoría de esa mitad son mujeres. Y analfabetas. La realidad es que el Gobierno les miserea lo que es suyo, su accesibilidad, porque la realidad es que al nacer no eligieron necesitar ayudas técnicas de 6.000 € ni recursos humanos de 18.000, ni esos precios los pusieron ellos. La realidad es esa, pegarte quince años con un sueldazo en un despacho recortándoles subvenciones a ellos, que te eligieron, es un lujo, pero desde luego, no es democracia. La realidad es que algunos no tenemos problemas para salir a la calle a reclamar lo que es nuestro, un derecho invisible pero tan antiguo como cierto, hacer efectivo nuestro sistema de convivencia, recordando un principio básico de justicia  y recordarles a ellos que están a nuestro servicio, no al revés. Yo, por supuesto, ayer no perdí nada. Gané el viernes, en una plaza, rodeada de mis iguales, recordándoles a esos cuatro quién tiene la última palabra en el gobierno del pueblo. La realidad es que no fue un sueño, estuve allí y además fue un privilegio signarlo a los cuatro vientos.

(P.D. El vídeo lo he encontrado en el blog de la indispensable @carolinkfingers, aquí. )