Sunny, one so true, I love you

jueves, 4 de abril de 2013

París, 1998. Mi primer contrato laboral y llevaba un mes viendo llover. No me podía creer que no se pudiera ver el sol en tanto tiempo. "Peor que en Bilbao, mamá" le había dicho desde una cabina a mi madre. "No puede ser" dijo ella. "Como hay Dios, es como si París tuviese puesta esa txapela todo el santo día, de racheao a txirimiri y vuelta a empezar". Realmente me estaba afectando, por mucha ilusión que tuviera por mi primer trabajo a los 25 años. La nativa que me dijo "Londres se lleva la fama, pero en París llueve mucho más" no ayudó nada, pero empecé a hiperventilar cuando la compañera de habitación, una asturiana de toda la vida, forjada en musgo mismo, se quejó del tiempo. Del calibre del asunto da idea la portada de periódico que vieron estos ojos el día que salió el sol "LE PRINTEMPS EST ARRIVÉ", titular a cuatro columnas, tamaño liberación de la ciudad. Desde entonces no me había hecho tanta mella el agua, hasta ahora. Empezó a caer en enero y no hay forma de que pare. Lo he intentado: estas vacaciones llevo cuatro libros en ocho días, y lo que te rondaré morena, pero, es oficial, no puedo más. Tenía que escribirlo. Parece que mañana va a nevar.  

Sunny, yesterday my life was filled with rain...

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