Días contados

domingo, 28 de julio de 2013

Llega agosto y empieza mi destierro de la biblioteca. Coincidencia de horarios. Dedico el mes a buscarme la vida sin el paraíso bibliotecario. Un ejercicio que me auto-impongo para leer bien libros que tengo por casa, que son legión; bien lecturas empezadas e inacabadas, un ramillete de gente que merece la pena el esfuerzo,  (DFW, Erskine Caldwell, H. Arendt...) bien para degustar platos nuevos (Atwood, Chirbes, algo de ciencia ficción pendiente desde enero...) o bien para asaltar alguna librería una tarde de bochornazo. Tiene agosto, con sus mañanas de curro y alguna tarde de ausencias (los demás inquilinos de la casa me dejan sola por un montón de arena y unas cuantas olas) esa lectura larga y despreocupada inexistente el resto del año: conseguir dormir los brazos a fuerza de apoyar la cabeza tumbada durante horas, tomar la entrada de luz por la ventana como único reloj y, si la historia aprieta, que el último capítulo te robe horas de sueño de la madrugada. Suena bien, aunque sé que serán días contados.

Fuente: aquí. 

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