Diecinueve de enero
miércoles, 19 de enero de 2011
He tenido que hacer las cuentas. Fue en junio de 1980. Yo me iba a otra ciudad y tú, o yo, o las dos, soltamos aquello de "te escribiré". Inmediatamente cayó el sanbenito del adulto: bah, se escribirán una carta y se aburrirán. Quizá por pundonor infantil, o por inercia, o por pelotas, o vete tú a saber; entre las dos podemos empapelar una catedral con las cartas que guardamos. LLovieron mil ríos, pasaron las infancias, las ciudades, los pavos, los viajes, los institutos, los novios, los suspensos (míos, claro), las universidades, los desempleos, los jefes cafres y llegamos a los mails sin despeinarnos. Algo mágico tiene la escritura cuando pudimos cocinar esta relación a tropecientos kilómetros de distancia, construyéndonos todavía por dentro y por fuera. Yo te sigo viendo con los brazos extendidos, corriendo por una acera de Barcelona, quizá imitando a Laura Ingals, para acabar en un abrazo espachurrante. Ese que repetiríamos unas cuantas veces en estaciones de tren y autobús con la emoción que da lo extraordinario. Los diecinueves de enero he agotado ya los envíos de plantas, libros, tarjetas y chocolates. Este año toca post furtivo de las diez y veinte. Felíz cumpleaños, superamigota.
0 comentarios:
Publicar un comentario