Fichajes
domingo, 17 de abril de 2011
Foto: Laura Novak. |
Lo mío es gula. Me puede el pensar que hay un libro ahí fuera de esos que dejan una muesca en tu altar de imprescindibles que todavía no he descubierto. No tiene por qué ser una novedad, claro que no, pero el marketing se inventó para algo, hay quien dedica sus cuarenta horas semanales a ello y al final del día yo sólo soy una consumista más. Por eso en ni recámara cada vez hay más libros y la mayoría de ellos son novedades. No tiene por qué ser así. Hay libros que uno quiere leer y nunca encuentra el momento, porque el autor te da pereza, por ejemplo. En mi caso en ese rincón estaría Bolaño con su 2666. Otros te los recomienda la bibliotecaria. Más de una vez, incluso, como Tiempo de vida, pero tú sabes que no estás en esos días de tu propia existencia para tocar ciertos temas. A la zaga está El mar y el veneno, porque sabes que te afectará al estómago y andas buscando un protector adecuado. Otros se te quedan en la retina por la edición, o por influencia de otro que te ha dejado buen sabor de boca de la misma editorial, como el impronunciable Knockemstiff. Otros son empeño, porque has leído un fragmento en algún sitio o una reseña entusiasta y te impones la lectura como un marine se impone quinientas abdominales, con alegría y para desayunar: Ahí tengo dos, nada menos: Nadie acabará con los libros y Escribir y callar Y por último está la eterna cuadrilla, esos que todo el mundo te recomienda degustar, pero tienes tanta hambre que te zampas el primer trozo de pan que pillas, aunque sepas que te están hablando de platos de cinco tenedores: Roth, Marías, Vila-Matas y Delillo. Por nombrar a los cuatro magníficos. Nada de Kerouac. Me niego.
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