La canción del verano

domingo, 10 de julio de 2011

Uno de mis alicientes vacacionales, además de tocarme los pies, es leer. Pero no cualquier cosa, mi estómago no acepta nada con más densidad que la cerveza rubia. El lado oscuro de este axioma es que a veces he caído en bodrios que no alcanzaban la densidad de una ameba del Mar Muerto, como el año pasado el "paquetito" de Asa Larsson. El calor me llama a la lectura cual sirena a Ulises y este verano he encontrado en la Canción de hielo y fuego mi perdición total. No soy yo de fantasías épicas, pero no le hago ascos a una buena evasión, bien armada y aliñada. Mi único antecedente conocido es la famosa trilogía de Tolkien, en volumen único, como el anillo, que cayó después de insistencia persistente de mi contrario, muy curtido en elfos, orcos y hobbits varios. En este caso lo paranormal deja sitio a una historia medieval con un buen quintal de malos rollos ancestrales, sexo, violencia y, eso sí, un punto fantástico que no desentona. La receta va funcionando, pero como esta gente no sabe escribir si no es como mínimo en trilogías, ya veremos cómo tengo el estómago para el cuarto volumen. He llegado al Juego de tronos después de ver la primera temporada de la serie de HBO, quienes no saben hacer adaptación mala. Ésta es mi canción del verano 2011.


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