Sábado de gloria

Imagen de Chalmeta/Azkona

Hoy me ha llegado la media nómina de agosto que nos faltaba. A partir de aquí o el gobierno suelta la guita o no cobramos el último trimestre ni de casualidad. Me toca, por tanto, pasar el cuento de la lechera con 500 euros y además decidir si cumplo mi amenza de no comprar más libros. (Véase post anterior). La suerte está echada. Casi al momento de ver el saldo he sabido que Salamandra se iba a llevar el gato al agua. Reservaré veinte euracos virtuales para Franzen, pero si me hacen falta para gasolina ganará el combustible fósil, porque vivo en un pueblo y tengo el último número de Orsai apalabrado. Y aunque me he dado una vuelta por la Feria del libro de ocasión he hecho de reina maga y sólo he pillado cacho para mis familiares. Lo mejor de la mañana ha sido este verano tardío que nos devuelve la fe en el eguraldia de la ETB y lo peor ha estado ex aequo entre los coros y gaiteros que tocaban villancicos a todo trapo y la desaforada que me ha perseguido por todos los puestos para gritar a todos y cada uno de los libreros presentes justo encima de mi oreja "¿Tienes algo de Danielle Steel?".