Sin salario ni fondo de armario (**)

Hasta aquí llegó la riada, el salario de este mes ni está ni se le espera. La cosa pinta de color de ala de mosca, así que hay que exprimirse las meninges, además del bolsillo, e intentar sobrevivir a toda esa fauna y flora crepuscular que tenemos por políticos y pasar olímpicamente de las novedades literarias. En verdad en verdad os digo que no voy a comprar un libro hasta que vuelva a cobrar... (Ay, Diossss... crucemos hasta los dedos de los pies) y me voy a dedicar en cuerpo y alma a explotar los tres pilares fundamentales de la subsistencia lectora, a saber: la por siempre bendita biblioteca, la acumulación de regalos y compras de los últimos tiempos y el intercambio solidario de archivos para ese Kindle que en buena hora me regalaron en febrero. Nos quedaría además en la retaguardia el refuerzo del préstamo amistoso o familiar (esa madre no hay más que una y a tí te encontré en la calle, etc. Véase post ad hoc). Si tuviese, tiraría de fondo de armario, que debe ser un sitio lleno de ropa que jamás he conocido, pero mi fondo con los imprescindibles para cualquier época del año lo encontraríamos repartido en esos tres frentes. Una vez ahí podemos tirar de memoria histórica y salir del paso sin problema, ¿que apetece algo sorprendente? ¿hasta la peineta de historias clónicas y aburridas? Vida de Pi (si pasamos el trozo de las religiones va rodando hasta el final, que te dejará mandíbula en tierra); ¿que apetece novela histórica?, nada de matildesasensis recién editadas, a por la Crónica del rey pasmado, que además de bien escrita arranca carcajadas, de esas que hacen falta a discreción. ¿Más risas? ¿en relato corto? Pruebe con Slawomir Mrozek. Un crack. Y así todo, que no sólo de novedades vive servidora y los buenos libros no caducan. Se aceptan sugerencias. No se recibe particularmente.

Foto de Kalman Zabarsky

(**) Véase en el título un homenaje al recién salido Sin saldo ni vergüenza