Esa librería.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Si me tocase la lotería y no tuviese que dar un palo al agua lo haría, montaría mi librería. Ya os aviso de que tendría ambientación musical y mesas cómodas para tomar té. Como estoy más chapada a la antigua que la pera en este tema y claramente influenciada por cierta librería de Dublín (mi paraíso en la tierra en 1998, ahora es un restaurante con libros) tendría que tener estanterías de madera y toque retro. Imprescindibles grandes ventanales, autopistas de luz natural. Como sería mía y no tendría que vivir de las ventas, el placer de compartir opiniones lectoras con los clientes sería el perejil de la salsa, junto con escucharles para descubrir nuevas obras -esa gran quimera constante del deborahdor-,y podría despachar con cajas destempladas a cualquier pedorra en busca de la biografía del B16: "lo siento, aquí no vendemos eso, señora". No tendría que quedarme hasta las ocho el día de Nochebuena ni abrir los sábados por la mañana. En cambio podría encender las luces las tardes de domingo invernales, si me dieses la gana, claro. Mientras me despierto, siempre puedo pasarme por Mequierovivir y hacer como que me lo creo, que no vemos las cosas como son, las vemos como somos. Felíz día de las librerías.



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