Las cosas que llevaban...

domingo, 4 de marzo de 2012

Tengo que contarlo, porque ocho años -del "verbo" ocho- sin hacer una escapada de fin de semana con el contrario bien merecen radiarlo a los cuatro vientos. Reconozco que había mucho peligro de conflicto kindeliano, pero se ha resuelto amistosamente en favor de la lectura comedida, la agradable visita por la zona y homenajes gastronómicos variados... e intensos. El buen hacer de la gente que cuida de "Espantabrujas" lo ponía muy fácil. Lo que no esperaba era que mi curiosidad matara lo poco que me quedaba de fe en la evasión: me secaba el pelo con la cabeza hacia abajo -como me seco yo el pelo de toda la vida- cuando mis ojos se fijaron en el cajón de madera del mueble de baño. Manías que tiene una: lo abrí. Los desodorantes, las instrucciones de una depiladora eléctrica y algún trozo de plástico eran cosas que la marea turística rural había llevado hasta allí y no sorprenderían ni al más pintado, lo que congela hasta la sonrisa es una carta de despido doblada en cuatro, con cuenta de finiquito adjunto por unos 160,14 €. Es que "dada la situación económica de la empresa lamentamos comunicarle"... No sé por qué me vino a la mente el título del -imprescindible- libro de O'Brien. Las cosas que llevaban... las personas que escapaban. 


Espantabrujas al despertar

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