No es por vicio ni por fornicio, sino por poner un hijo a su servicio (*)

viernes, 20 de diciembre de 2013

No es por principios, ni por militancia, es una certeza estomacal, un axioma intrínseco: no quiero tener más hijos. Quiero que quien quiera tenerlos lo haga y quiero poder ejercer mi voluntad. Quiero que se respete mi decisión y que el estado no intervenga -más- en mi vida. No quiero médicos, juces o ministros expidiendo informes sobre la ideoneidad o no de mis decisiones personales, más personales que una visa o una master-card. Quiero pedir a las mujeres que no quieren abortar que me dejen en paz, yo no es que quiera, es que lo haré mañana mismo si me quedo embarazada. Y a poder ser sin jugarme la vida y dejar a mi hijo de diez años sin madre. Por último, desde el Paleolítico legislativo que hemos inaugurado hoy como atalaya, quiero mandar a tomar por culo a todos esos machos alfa de rosario intravenoso en fiestas de guardar que han redactado, corregido, firmado y registrado la ley más vergonzosa de los últimos treinta años. La que me prohíbe decidir, la que no reconoce mi libertad. Quitármela no me la van a quitar, la llevo puesta, nací -porque una tal Lucía quiso-  con ella, a ver cuándo cojones se van a enterar. 




(*) (Oración) Como agua para chocolate, de Laura Esquivel. 

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