Fly me to the book

sábado, 10 de mayo de 2014

Jackie deborahndo en un avión.
Menudo alijo. Yo estaba esperando que mi contrario me pasara el ladrillo de Rothfuss para pasar el rato en el vuelo. Confiaba en ese calzamesas de 1.000 páginas. Pero tenía DRM. Ains. Sólo me quedaba confiar en el Police de Jo Nesbo. Y en esto que mira tú por dónde el buen hombre saca un alijo con chorrocientos e-books y a mí me da un siroco y tengo a estas horas el Calibre "recalentau". En ausencia de Rothfuss me he cargado otros 34, con joyicas que andaba buscando: ese Mientras escribo de King recomendado por Francesc, ese Matar a un ruiseñor publicitado por Tongoy, esa Isla de cemento de Ballard, -autor escuchado en algún momento a Miquel-, ese Cuento de la doncella de Atwood que tenía fichado desde el Pleistoceno, y bien de Faulkner pendiente y bien de relatos (Capote, Ribeyro) y ponme cuarto y mitad de best-seller puro y duro o ponme un poquico de Stanislaw Lem y de Coetzee. Un sinvivir. Hasta que me he dado cuenta de que siete horas de avión se me quedan cortas, que me va a sentar mal aterrizar. 

Teníamos que haber tirado para Nueva Zelanda.

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