Ondas

Después de leer el Treblinka de Chil Rajchman las bibliotecarias me invitaron a coger el documental Shoah, de 10 horas de duración, que te sirven en cuatro DVDs sin anestesia ni misericordia. Buena parte del documental se centra en Treblinka, de ahí la conexión con el libro. 

La primera vez que lo tomé prestado estuvo dando vueltas una semana por el salón sin salir de la caja. Nunca nos venía bien ir al Holocausto. Siempre había algo mejor que hacer. Mi contrario me sugirió que lo devolviera y lo cogiese el día 12 de diciembre, el viernes pasado, aprovechando que él se iba una semana a Japón, y así me quedaba yo con mi pedrada en amor y compañía.

Lo he visto en dos noches y una mañana. Claude Lanzmann -director, creador- deja hablar a los supervivientes, interroga (no entrevista) a algunos testigos y azuza a otros, no puede evitarlo, sobre todo a algunas gentes polacas o a oficiales nazis de los campos. Graba los lugares donde todo sucedió tal y como estaban en los años '70 y no usa banda sonora, ni archivos audiovisuales, ni voz en off. Sólo se escucha la memoria de la gente y se ven las piedras que quedan. El efecto en el espectador es demoledor. Impresionante.

Coincide el oficial nazi Franz Suchomel casi palabra por palabra con la descripción de Treblinka que da Rajchman en su libro. En la primera fase, aquella en la que los cuerpos se enterraban (luego vendría la de la cremación en unas inmensas parrillas: en el 42 abrieron las fosas, sacaron los restos y quemaron todo; por eso después de matar a 800.000 almas* no se encontró ni una uña rota) decían tanto Rajchman como Suchomel que en esa fase se veía la tierra arenosa de Treblinka... ondulada. Había ondas en el suelo. Olas en la tierra causadas por los gases de los miles de cadáveres. Un mar de muerte. 

(*) Hay disparidad de cifras: desde los tres millones que calcula Grossman (véase el epílogo del libro de Rajchman) hasta los 800.000 que aparecen en la web de holocausto.net, pasando por las 780.000 de la Wikipedia.