Préstamos
jueves, 28 de abril de 2011
Título de un curso ( no es broma) |
Yo presto libros a media docena de personas del planeta Tierra. Es la vieja historia de siempre, si quieres que vuelvan a tí, mejor no los dejes marchar. Si estás leyendo esto, me conoces, no eres una de esas seis personas y me pides un libro prestado te diré mi respuesta sin ningún pudor: "Lo siento, no presto libros. Tampoco pido ni tomo prestados". Y lo cumplo a rajatabla excepto con esta parroquia: mi santa madre, mi única hermana, la amiga íntima del cole, la colega de trabajo que me ha salvado el cuello en mil batallas y el compañero de fatigas de la carrera que además es bibliotecario y mejor persona. Sé que los libros volverán a mí y que si no lo hacen en un tiempo prudencial, puedo reclamarlos sin problema. Para todo lo demás, la biblioteca pública. Pero hay algo que no me cuadra, se llama DRM y es un dispositivo de seguridad que tienen algunos libros electrónicos para evitar que los copies o los prestes y terminen en un lector electrónico que no es el tuyo. O lo que es lo mismo: te vas a la librería y compras el último de Connolly, que estás esperando como agua de mayo y cuando se lo pasas a tu hermana y ella intenta abrirlo empieza a pitar como la ropa a la salida del hiper. Y además no puede leerlo. Para seis que tengo, no voy a empezar a cobrarles, o perderé clientela.
1 comentarios:
"Los libros tienen su orgullo: cuando se prestan, no vuelven nunca."
Es una cita muy sobada, pero no por ello menos cierta.
Así que DRM, ¿eh? una medida más en contra del mal llamado pirateo. Pero las medidas terminan, las barreras se saltan, y este mundo virtual nuestro está llena de gente que comparte lo que sabe y lo que tiene.
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