¿Qué prefieres leer libros de papel o de plástico?

miércoles, 7 de diciembre de 2011

¿Pero quién va a contestar "plástico"? Me hacen esa pregunta en el vocero de Twitter y contesto en tres tuits... y me quedo con las ganas, claro. Lo primero que me incomodó del lector electrónico fue algo tan peregrino -y de lo que no tenía yo conciencia- como no poder ver cómo de "gordo" era el libro. La costumbre de saber, pesar, ver y tocar el volumen de lectura al que te enfrentas ni siquiera la había notado, pero vaya si la tenía.  El chisme te va indicando el progreso en porcentajes, con una barrita al pie de la pantalla. Al llevar varias páginas y ver que sigues en el 1% piensas, ya está, se ha jodido el chip de la hiper-velocidad, pero no, lo más probable es que ese libro tenga 1.000 páginas y por eso avanza la barrita a ritmo de limaco. Para esos ladrillos precisamente es perfecto el artefacto, llevar kilos en una chapa de plástico que pesa un suspiro y te cabe en el bolso no se paga con nada. Las opciones de subrayado y toma de notas, que eran innegociables, se mantienen y mejoran. ¿Por qué prefiero todavía a veces el libro tradicional? Pues porque más de treinta años con algo con lo que (te) has llorado, reído, excitado, asombrado, acojonado, casi vomitado, emocionado, maravillado, dormido -pocas veces- y, en general, vivido, pues no lo traicionas así como así. La respuesta rara sería la contraria. El papel une.


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