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El verano de Salinger

martes, 18 de agosto de 2015

No sé qué hacen en la universidad con los trabajos sobre libros que escribíamos tantos estudiantes. Espero que para estas alturas aquel trabajo de primero o segundo que hice sobre El guardián entre el centeno esté ya destrozado, triturado y volatilizado. No recuerdo qué puñetas puse pero seguro que podría dormir a un búho con alguna plasta sobre el nihilismo de Holden. El guardián es uno de los pocos libros que me he leído varias veces. Repasando el asunto me he dado cuenta de que lo leí en la veintena, también en la treintena y voy a leérmelo en mis cuarenta y. Es la primera conclusión al leer apenas 100 páginas de la biografía de Shields y Salerno sobre J. D. Salinger: que va a volver a caer. No tenía idea de lo que tuvo que pasar Salinger en la Segunda Guerra Mundial y va a ser más entretenido que un sudoku tamaño XXL buscar entre las líneas del libro pistas sobre las experiencias de su autor. Justo lo que no hay que hacer nunca, justo a lo que se dedican especialmente los yankis, justo lo que denunciaba Salinger cuando algún fan le babeaba piropos hiperventilando al ritmo de "sólo usted entiende cómo me siento".  "Yo soy sólo un narrador" respondía él, algo así como: no te has enterado de qué va esto de la literatura. Has abierto las tapas del libro, has leído, pero no sabes cómo funciona el artefacto. Que es ficción. Que Holden no existe más que en esas hojas. Que yo no soy Holden y que no tengo ni puñetera idea de cómo te sientes. No sé cuándo volveré a encontrarme a ese guardián, pero no será dentro de mucho tiempo. Este verano ya tiene dueño en mi archivo lector y es todo de Salinger.


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Viaje con nosotras

domingo, 5 de julio de 2015

Este año no va a haber salida vacacional, no importa, este año en Mordor  estamos -por fín- secando al sol los excesos acuosos de ese invierno que empieza en septiembre y acaba en mayo. Eso significa que a) hay que sacarle jugo al 6 de julio (primer Txupinazo en varios años, no me esperéis levantados) y b) hay que diseñar un itinerario literario abierto -como siempre- que consiga sacarnos hasta donde unas simples vacaciones no te llevan ni de coña. En un mes podemos estar en:

- Grecia: es el momento. Estoy leyendo a Varoufakis explicando la crisis del 2008. Mi primer libro sobre economía, chispas. Seguiremos informando.

-Nueva Zelanda. Tengo Las luminarias aparcadas desde Navidad. Fue mi capricho de las fiestas y realmente lo estaba disfrutando, a ver si le meto un empujón.

- Irak: Tengo en la recámara unos relatos de Phil Klay, por si quiero guerra.

- Israel: En casa desde abril, La sombra del mundo estaba reservándolo para el verano. Indignados y fuck la troika todo en uno, apetece.

Caerán estos u otros , pero en todo caso será un paseo de aupa, vamos



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Los pretendientes

lunes, 19 de enero de 2015

Son unos cuantos y me he propuesto darles un meneo en este 2015. En la línea de salida están Los sables de Mishima y La campana de la nieve de Antonio Gamoneda, (madre qué pedazo título), son los cabezas de serie de una terna que por tener tiene entre sus filas el Genji Monogatari en dos volúmenes, obsequio de mi hermana unas navidades jacarandosas y a Franzen con su Freedom en todo su esplendor. Los pretendo leer porque todos los mentados son regalos, (aunque la Novela del Genji quizás espere a verano. A un verano) y en eso consiste mi propósito lector de este año. La lista no es pequeña y el tamaño de la empresa resulta considerable con predominio japonés (ojo con los cuentos de Akinari) y tendrán que batirse el cobre con una pila de comprados y una tribu de prestados de biblioteca que no se lo van a poner nada fácil. Una batalla campal. Como se pongan tontos me pongo en plan Penélope y rebobino el Kindle por las noches. 


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Que ahora vuelvo

viernes, 14 de noviembre de 2014

La ansiedad del mono tiene su parte buena y su parte mala, la mala es que quieres sacar la katana y jugar a Kill Bill o algo; la buena es que haces acopio de libros como si no hubiese un mañana. Mi mesilla, que en realidad es un baúl, no da más de sí, tiene la tapa combada, noto que me grita. Lo mismo te da arramplar de la biblio un Premio Goncourt que atacar la inmensidad del "Yo confieso" de Cabré, que comprarte los "Mil cretinos" de Monzó que tanto tenías fichados, o que llevarte a casa la ovejita lucera de la "Intemperie" famosa para mirarla todos los días al levantarte o -incluso- aceptar como animal de compañía un libro prestado sobre la cárcel donde estuvo tu abuela en la Guerra Civil. Todo cabe, todo se puede, porque nos sobran ganas de no pensar en lo a gusto que saldríamos pitando a por tabaco. 


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Grazia

domingo, 13 de julio de 2014

Foto: Deborahlibros.
Este año me he venido a leer a Cerdeña. Yo el sol lo aguanto tumbada veinte minutos, de pie, quince. Al mar no puedo meterme si no hay una ducha cerca y no hago senderismo ni sé andar en bici. Yo en vacaciones leo y como. Me dedico a las dos cosas como si no hubiese un mañana. Antes de coger el ferry hice un amago de ponerme al día con la literatura sarda, porque haber leído sólo a Milena Agus no cuenta. Me doy un garbeo por Google y la Wikipedia y termino comprando lo único que he encontrado traducido de una mujerica que nació en esta isla, la educaron para ser la signiora del suo marito y le dió por ponerse a escribir relatos ambientados en su tierra, con sus cositas religiosas y  costumbristas en paisajes sardos.  Algo bien tuvo que hacer cuando le dieron un Nobel de literatura. A ella, no al suo marito. Ahora que he acabado el librito intrascendente de turno, me meto en la isla de la mano de Grazia Deledda. Como resulte del calibre de la comida, Gracia me tiene para siempre, como su isla.

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Fly me to the book

sábado, 10 de mayo de 2014

Jackie deborahndo en un avión.
Menudo alijo. Yo estaba esperando que mi contrario me pasara el ladrillo de Rothfuss para pasar el rato en el vuelo. Confiaba en ese calzamesas de 1.000 páginas. Pero tenía DRM. Ains. Sólo me quedaba confiar en el Police de Jo Nesbo. Y en esto que mira tú por dónde el buen hombre saca un alijo con chorrocientos e-books y a mí me da un siroco y tengo a estas horas el Calibre "recalentau". En ausencia de Rothfuss me he cargado otros 34, con joyicas que andaba buscando: ese Mientras escribo de King recomendado por Francesc, ese Matar a un ruiseñor publicitado por Tongoy, esa Isla de cemento de Ballard, -autor escuchado en algún momento a Miquel-, ese Cuento de la doncella de Atwood que tenía fichado desde el Pleistoceno, y bien de Faulkner pendiente y bien de relatos (Capote, Ribeyro) y ponme cuarto y mitad de best-seller puro y duro o ponme un poquico de Stanislaw Lem y de Coetzee. Un sinvivir. Hasta que me he dado cuenta de que siete horas de avión se me quedan cortas, que me va a sentar mal aterrizar. 

Teníamos que haber tirado para Nueva Zelanda.

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Atracón

domingo, 27 de abril de 2014

Han sido diez días de atracón, de leer como si no hubiese mañana, de un pulular, (ahora le pego a una novelita gabacha, ahora se me muere el amo de la barraca, ahora me meto un cómic, ahora una novedad por Sant Jordi) que me ha dejado como nueva. Otros se meten en atascos y se van a la playa, mi chiringuito evasivo ha sido la biblioteca de Burlada y mi tumbona la cama. Una vez cogido el ritmo llegas, inevitablemente, a esa resaca librera del no saber a qué meterle mano a continuación. Y lo mismo empiezas uno y lo cierras, que despiertas el Kindle y navegas por las ofertas, que ordenas por vigésimonovena vez la pila de la mesilla. Porque es domingo y mañana toca batalla y quieres seguir lejos, entre las páginas. Entonces miras el calendario y te aprieta el corsé que no llevas cuando ves que queda poco para cruzar el charco. Y ya es hora de preparar las provisiones para el viaje.

Deborahlibros después del atracón vacacional.



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Menú neoyorquino (part II)

lunes, 31 de marzo de 2014

A este ritmo voy a tener más menús que lecturas, lo sé, pero es que al problema de encontrar huecos a codazo limpio en la rutina diaria para poder leer en paz, se suman ahora ciertos gatillazos literarios con la primera remesa. No pude con la trilogía de Auster, es sabido, y el de Henry Roth, con todas las maneras que apuntaba, olía a dramón. Lo aparqué porque no está el patio para esas fiestas. Dejo en la fresquera un posible acercamiento a "Llámalo sueño" y a las ventanas de Muñoz Molina y abro una nueva carta con algún plato repetido, a ver si soy capaz de llegar a Nueva York más o menos leída, que una ya ha catado unos cuantos para estas horas pero apetecía ir con algún kilo de más.

En vez de probar con lugareños voy a arrimarme primero a un irlandés ("I'm a drinker with writing problems"), ex-IRA, para más señas, que realiza -leo solapa- "una aproximación literaria y poco convencional a una de las ciudades más fascinantes del mundo" en "Mi Nueva York". Si lo consigo en papel, me apetece hincarle el diente al que según el NYT es el mejor ensayo sobre la ciudad escrito hasta ahora: "Here is New York", de E.B. White, editado en castellano por la gran Minúscula y que lo mismo cae en original y electrónico como se ponga tonto de encontrar. Al final de la pila descansa (¡tsundoku!) el cojo-libro sobre el 11S que me he autoimpuesto leer antes de pisar el Financial district, pero ya aviso que con las dietas tengo menos éxito -si cabe- que con dejar de fumar, así que a saber qué puñetas habré leído para mayo... "Deadline".

Behan's philosophy.
  

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Interés: Error 404. Not found.

lunes, 17 de febrero de 2014

Enero fue un mes difícil para conseguir huecos para leer. Remontar en febrero ha sido más complicado debido a las elecciones realizadas. Sólo Yuri Herrera y una (buena) novela gráfica han salvado los muebles. Aunque no consigo dilucidar hasta qué punto la culpa está en los libros o en servidora: 

Caso 1: Trilogía de Nueva York, de Paul Auster. Igual te vas a Nueva York y estás a tope. Te alicatas una bibliografía y el primero que abres resulta ser el primer libro que tocas de Paul Auster. En la página dos llaman al teléfono, el protagonista coge y le preguntan ¿Está Paul Auster?. Mal, no, peor. Que no está. Que se han confundido. En la página 4 vuelven a llamar. Que si está Paul Auster, que tenemos que quedar. Vale, venga, pelma, no soy Paul Auster pero ya quedamos y me dejas de dar la vara. Para alguien alérgico a la metaliteratura esto es una sobredosis. Agur Paul Auster. Con paz de Dios.  

Caso 2: Gilead, de Marilynne Robinson. Hablando de Dios. Recomendado vivamente por una buena amiga. Comprado en navidades. Que si prosa fluida. Delicadeza, nueva voz de las letras estadounidenses y premio Pulitzer. Vamos allá. Carta de un reverendo que va a morir a su hijo de 12 años, para que la lea cuando sea mayor. Todo alegrías, sí. Fluir, fluyen los bautizos y los sermones como las truchas por el Ultzama. Y aquella pinza que se le cayó a mi madre cuando recogía la colada. Un jolgorio. Y qué bien que existes, hijo mío, y que me voy a morir -no somos nada- y no te veré crecer. Y qué bonito es Iowa al atardecer. No-pue-do-más. 

¿Seré yo? ¿Por qué lo único que ha conseguido atraer mi atención mínimamente este fin de semana ha sido el "Eichmann" de Hanna Arendt que tenía aparcado y sus disquisiciones sobre la dicotomía "payaso sí/monstruo no" de los oficiales nazis a cargo de la Solución Final?. ¿Tendré jodido el disco duro?. 

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Menú neoyorquino.

miércoles, 29 de enero de 2014

Después de meterme cinco temporadas de serie de superhéroes adolescentes entre pecho y espalda ("¿cuántas horas de pop blando necesitas?" se preguntaban en mi entorno) estoy en condiciones de atacar la ascensión a la montaña de libros que tengo por delante, y es que enero es oficialmente el mes del estrés oenegero junto con la cuesta famosa y la reducción de tabaco. Todo muy clásico. Además de los tres o cuatro pendientes, ha nacido, casi por generación espontánea, una lista de lectura relacionada con la gran manzana: si consigo llegar a Nueva York, que me pille leída. Entre aportaciones amistosas, familiares y lo que teníamos en la cantera, el equipo inicial es este, aunque, por supuesto, se aceptan ideas y siempre puede haber cambios desde el banquillo: 

- Manhattan transfer, John Dos Passos 
- Llámalo sueño, Henry Roth
- Nueva York, 8:45 am (VVAA)
- Ventanas de Manhattan, Antonio Muñoz Molina
- Trilogía de Nueva York, Paul Auster
- Brooklyn Follies, Paul Auster



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Así no hay quien lea

domingo, 24 de noviembre de 2013

Como me repito más que los pimientos con ajo voy a ejercer de mosca cojonera y suelto una vez más que en épocas de estrés laboral desatado no puedo leer. Son quince días currando hasta los fines de  semana, todo sea por la causa, pero así no puedo. Para leer necesito desconectar las tropecientas áreas cerebrales que están activadas al acecho de horarios, alarmas del móvil, curro, niño, compra, vacuna de la gripe y todo lo que se tercie para dejar encendida únicamente la neurona de la lectura. Necesito esa mínima paz y la expectativa de abrir un libro y no tener hora de cierre. Y aunque estas dos últimas semanas he probado el "aquí te pillo, aquí te mato" arrastrando un libro por todos lados, intentando arrancar 20 minutos de evasión mientras espero en el coche aparcada frente a un colegio o polideportivo, la lectura interruptus no es para mí. Llevo una semana con un libro de tres adolescentes que agonizan, existencialmente hablando, en el ejército de Israel y no hay forma de darle la puntilla. El próximo acueducto foral -del 29 de noviembre al 3 de diciembre, ambos inclusive- pienso dedicarme a, entre otras cosas, tocarme las narices a dos manos, acabar el de Boianjiu y fusilarme el último de McCarthy. Alias Gure Cormac. Ese cuyo ejemplar tengo en la mesa de la cocina, centro neurálgico de la casa, y el cual miro, toco y sobeteo cada vez que paso por delante. El lunes toma otro cariz teniendo ese objetivo, no me digáis que no.


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Faulkner reseñando a Hemingway

sábado, 3 de agosto de 2013

Reseña de El viejo y el mar de Ernest Hemingway  

Lo mejor que ha hecho. El tiempo ha de mostrar que esta es la mejor composición de cualquiera de nosotros, quiero decir de sus y de mis contemporáneos. Esta vez, ha descubierto a Dios, a un Creador. Hasta ahora, sus hombres y mujeres se habían hecho a sí mismos a partir de su propio barro; sus victorias y sus derrotas eran a manos de unos a otros, sólo para probarse a sí mismos o los unos a los otros lo duros que podían ser. Pero esta vez escribió acerca de la piedad: a cerca de algo en alguna parte que los hizo a todos ellos: el viejo que tenía que capturar al pez y perderlo, el pez que tenía que ser capturado y después perdido, los tiburones que tenían que robar al viejo su pez; los hizo a todos y los amó a todos y se apiadó de todos. Está bien. Alabado sea Dios por lo que sea que hizo y por amar y compadecerse de Hemingway y de mí evitando que lo retocase. 

William Faulkner. 


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Días contados

domingo, 28 de julio de 2013

Llega agosto y empieza mi destierro de la biblioteca. Coincidencia de horarios. Dedico el mes a buscarme la vida sin el paraíso bibliotecario. Un ejercicio que me auto-impongo para leer bien libros que tengo por casa, que son legión; bien lecturas empezadas e inacabadas, un ramillete de gente que merece la pena el esfuerzo,  (DFW, Erskine Caldwell, H. Arendt...) bien para degustar platos nuevos (Atwood, Chirbes, algo de ciencia ficción pendiente desde enero...) o bien para asaltar alguna librería una tarde de bochornazo. Tiene agosto, con sus mañanas de curro y alguna tarde de ausencias (los demás inquilinos de la casa me dejan sola por un montón de arena y unas cuantas olas) esa lectura larga y despreocupada inexistente el resto del año: conseguir dormir los brazos a fuerza de apoyar la cabeza tumbada durante horas, tomar la entrada de luz por la ventana como único reloj y, si la historia aprieta, que el último capítulo te robe horas de sueño de la madrugada. Suena bien, aunque sé que serán días contados.

Fuente: aquí. 

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Con estos días azules...

lunes, 15 de abril de 2013

...y este sol que me da media vida se abre ante mí una temporada monótona y rutinaria, a la par que estresante, que sólo morirá al empezar mis vacaciones, eso sí, casi voy a llevar la fase alérgica con alegría. Qué pedazo de días soleados estamos viviendo en Elizaldea, oiga. Para pellizcarse. El sábado me lancé a comprar geranios como si hubiese cobrado; la cosa dio para ocho, pero son los ocho geranios más mirados a este lado del Ebro. Una vez acicalada la terraza sólo me queda sacar una silla para leer y aquí es cuando caigo en la cuenta de lo mal que va mi puñetera lista del 2013. Hecha papilla la he dejado. Tengo un Gótico Carpintero mirándome desde la mesilla, unos discursos de Faulkner que me agarran el tobillo cada vez que les hago la raqueta, mi primer Palahniuk esperando pacientemente, una Parcela de Dios abierta por la mitad y, desde ayer, una buena novela que no sé por dónde va a salir. Un desparrame primaveral. Joder, ya era hora. 

Florecillas campeonas forjadas en Mordor. 

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Libros sobre libros

domingo, 31 de marzo de 2013

Foto: royalbooks.com
  Un fantasma recorre los estantes de las librerías del mundo, atestadas últimamente de recurrentes ejercicios de algo parecido a la ficción bibliográfica: libros sobre libros pensados pero no escritos, sobre libros escritos pero no publicados, publicados pero no leídos (ni por el editor), leídos pero olvidados en anónimos cementerios... Desdibujada la realidad, la bibliofilia se convierte en excusa y refugio, no tanto síntoma de una supuesta enfermedad senil de la literatura cuanto nueva forma de parafilia. Una parafilia, eso sí, muy rentable.

  Y, con este ruido de fondo, se multiplican las taxonomías según pintorescos criterios, se establecen cánones y parentescos inopinados, determinados, parecería, sólo por el gusto o el disgusto, las filias o las fobias. Si hace un siglo se mareaba la perdiz con el "malditismo", ahora lo que prima es la "rareza", la excepcionalidad convertida en valor casi único. Se hace subir a los altares literarios, se "recuperan" o "redescubren" libros y autores que necesariamente tienen que estar rodeados de cierto halo de misterio  -secreto biográfico, tara personal-, o ser "de culto", o peor todavía, cool


Vicente Campos, prólogo a "La parcela de Dios", de Erskine Caldwell, Navona ed. 2008


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2013: El año de la limpia.

jueves, 27 de diciembre de 2012

Resulta que @blumm me ha hecho pensar y realizar una lista de lectura. Ha conseguido, de rebote, que casi me de un chungo al contabilizar los libros sin leer que tengo por casa, adquiridos o regalados, tantos que he tenido que dejar algunos fuera (en varios tomos, sagas y demás ríos) de la listica de marras. El veredicto de la Moleskine ha sido que en el 2013 me pongo las pilas sí o sí y termino cribando el asunto: 
a) Si los leo y me gustan, se quedan.
b) Si los leo y no me gustan, pero no son regalados, se van a la biblioteca. 
c) Si los leo y no me gustan, pero son regalados, se quedan (manía como otra cualquiera).
d) Si los intento leer por segunda vez y ni por esas, los abandono, pero bajo mi techo (no tienen la culpa de que yo no pueda con ellos) 
e) Todo lo cual no excluye que utilice la biblioteca (me voy con otros, no puedo evitarlo, ya tengo fichados unos cuantos) ni que termine comprando alguna cosilla que se me antoje a lo largo del año. 

Con lo que tengo acumulado podría sobrevivir sin dirigir la palabra a nadie en 24h durante tres meses, sin despeinarme (a las fotos -Hommage a Bernardo- me remito) y me he propuesto que el 2013 sea el año de la limpia. Eso sí, nada de limitarme el menú, recordemos que soy omnívora por naturaleza. Me han diseñado así.  

El resultado del jurado deborahdor a 27 de diciembre de 2012 es el siguiente:

- 2 libros prestados de la biblioteca
- 27 libros en propiedad sin leer
- 2 lecturas pendientes de ejemplares propiedad de la madre de una.
- 2 libros que deseo pedir prestados en la biblioteca a lo largo del año.
- 2 libros que quiero comprar en el 2013.  

Las pruebas: 

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Wallace en tiempos revueltos.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Yo llego pasada de frenada. Los demás no sé. Este año he visto cosas que no creeríais, bueno, claro que sí, las veis todos los días, pero cuando un cirujano en traje de faena se arranca la mascarilla con mala leche cuando tú pasas justo a su lado a la puerta de un hospital y si lo sigues con la mirada -un armario ropero vestido de verde pino, imposible perderlo de vista- ves cómo se pone detrás de una pancarta a gritar, pues te da por entrar a admisión y preguntar "¿¿dónde se firma??" en vez de dar los buenos días y preguntar por urología. Lo mejor de la película es que él tenía curro asegurado, pero unos 300 compañeros no. Me había llevado el libro de Tavares para la sala de espera, pero maté el rato leyendo las soflamas que empapelaban las paredes. Me fuí con un "Mucho ánimo. No os rindáis, por favor" en la encuesta de calidad. Poco original, lo sé, no daba para mucho más. Ahora intento seguir a Wallace con sus análisis del posmodernismo y el papel de la televisión en la sociedad yanki. Pero lo llevo mal. A Wallace. Si pienso más de dos escalones de profundidad lo que me apetece es arramplar con "Los tres investigadores" de cuando tenía trece años. Esa es toda la densidad que abarco esta noche. 



vía @laquintacolumna

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La pila de la mesilla

domingo, 18 de noviembre de 2012

"Sometimes there just aren't enough shelves".
Fuente: threefootroo.tumblr.com
Va a sufrir una dieta milagrosa en cuanto retire el calzamesas de El invierno del mundo que me mandaron, "de" gratis, sí, los de Plaza Janés. Como será la cosa que mi madre, estando en la cama leyendo hace algunas noches, se empezó a sentir mal del estómago. Cuando ya pensaba que se le había cortado la digestión se dio cuenta de que era el ladrillo de Follet lo que estaba aplastando su sistema digestivo. El diagnóstico lector de quien me trajo al mundo le ha valido al volumen un viaje directo como donación a una biblioteca pública. Allí alguien, sí, por qué no, lo disfrutará. Una vez la pila haya bajado esos cinco pisos de altura todavía mantendrá un digno nivel de rascacielos gracias a la señora Mantel. He amagado hasta el segundo capítulo de En la corte del lobo pero me cuesta entrar al siglo XVI en estos momentos del XXI, y mira que también he degustado otras veces -con alegría- la histórica, pero tiene boletos para volver intacto a la biblio de la que salió. Veremos. En cuanto acabe con un misterioso y desasosegante picnic en Australia un día de San Valentín de 1900, ataco a Issac Rosa y al señor Tavares, quienes fueron puestos en mi regazo por la bibliotecaria de guardia el jueves pasado, aunque le jurara que mi pila de la mesilla llegaba ya al techo. No he contado el Kindle, a Don Guillermo, el lamento del señor Roth y una mujer rota. Joder, es que no es una pila, es la puñetera Columna Trajana. 

(Lista completa, aquí)




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Artesanía editorial

sábado, 3 de noviembre de 2012

Que si el libro en papel agoniza, que si el mundo editorial estatal no se adapta a al mundo digital, que si la abuela fuma... Ayer, al tener fiesta y ser adicta, terminé en una librería. Árboles talados a 23€. Por un momento sentí lástima al ver tanto, pero tanto, libro que no se vendería. Hoy me reafirmo en seguir creyendo en las editoriales que se lo están currando: las que escarban en busca de autores inéditos, las que invierten en nuevas y mejores traducciones, las que reeditan clásicos olvidados, las que ofrecen ediciones bilingües para enmarcar, las que usan papel de más gramaje y no dejan que lo ensucie ni una errata; las que gastan en buscar ilustradores de primera fila. Noticia: no hablo del Grupo Planeta. Hay una que hace bastante de todo eso y pone a la venta la edición en papel a unos 20€ y versiones en e-book, sin ilustrar, por ejemplo, a 2,00 €. Algo hacen bien cuando después de tocar el libro en papel se te quitan las ganas de comprar su homólogo electrónico. Hasta te planteas ahorrar ya para Navidad. No os perdáis la artesanía que gasta Nórdica Libros: 

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Ya pasó

lunes, 22 de octubre de 2012

Ya está. Ya puedo decir que nunca había estado en una habitación con tantos desconocidos que hubiesen leído un mismo libro. Una agradable sensación. Jamás participé en club de lectura alguna o tertulia literaria varia. Tengo que decir que he disfrutado, que ha sido un placer y que al final he salido ganando yo por goleada, por escuchar, por esa chapa de Yo (corazón) bibliotecas públicas que alguien se ha quitado de la solapa para regalármela y que mañana mismo empiezo a pasear por todos los rincones. Por conocer en persona a un amable vecino que ha venido a saludar. Por aprender de la amicitia. Ya puedo dedicarme a musguear en busca de nuevas piezas a las que hincar el diente, ya puedo levantar las tapas de las cazuelas y dejarme guiar por el aroma de las salsas. Ese silencio que precede a la tormenta literaria. Igual hasta me voy a la Hiroshima de 1945. Con un par. 


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