El lamento del lector

domingo, 7 de octubre de 2012

Un mes sin leer. Estoy muy grave, de hecho, estoy por hacerme la RCP a mí misma. Los niveles de estrés desatan en mí el mayor de los desiertos lectores: con altos niveles de estrés no leo. Hoy es el día que vuelvo al hogar deborahdor con un pequeño ensayo que echarme a la cara. Es cierto que la coyuntura "laboral-obras en casa-hay que pelar los diez kilos de pimientos-ahivá, se ha roto la cale-mamá pega estas rodilleras que me he cargao el chandal" me pilló a mitad de El coleccionista, el cual iba de fábula hasta que tomó ella la voz cantante y simultáneamente se desataron todas las fuerzas vivas de mi cotidianeidad en su máximo esplendor. Voy a necesitar palanca para el reenganche, lo sé, pero dadme un respiro. Por fin el viernes vi la luz, porque hacía sol y ¿27 grados??? en canal y porque la Feria del libro antiguo y de ocasión en su truagésimo segunda edición en Iruña se me aparecía a las cinco de la tarde ante los ojos cual espejismo redentor. Cayeron tres. El Bartleby, eterno pendiente; La mujer rota de Beauvoir, lógico, mi ser femenino no podía ya ni con las pestañas, y uno de Roth. Uno que tenía fichado pero cuyos obscenos 20 eurazos que me había pedido Seix-Barral por él en librería me habían hecho desistir. Se me quedó mirando, pequeñito, con 3€ marcados a lápiz en la página de cortesía y El lamento de Portnoy entró en mi vida. Fuck-yeah, Grupo Planeta. I'm back. 



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