Que ahora vuelvo
viernes, 14 de noviembre de 2014
La ansiedad del mono tiene su parte buena y su parte mala, la mala es que quieres sacar la katana y jugar a Kill Bill o algo; la buena es que haces acopio de libros como si no hubiese un mañana. Mi mesilla, que en realidad es un baúl, no da más de sí, tiene la tapa combada, noto que me grita. Lo mismo te da arramplar de la biblio un Premio Goncourt que atacar la inmensidad del "Yo confieso" de Cabré, que comprarte los "Mil cretinos" de Monzó que tanto tenías fichados, o que llevarte a casa la ovejita lucera de la "Intemperie" famosa para mirarla todos los días al levantarte o -incluso- aceptar como animal de compañía un libro prestado sobre la cárcel donde estuvo tu abuela en la Guerra Civil. Todo cabe, todo se puede, porque nos sobran ganas de no pensar en lo a gusto que saldríamos pitando a por tabaco.
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