Seis librerías más tarde reflexionábamos: los libreros hacen circo para vender libros y quieren vender libros aunque la gente no lea. "Busca algo que te dé de comer y te permita vender los libros que quieras" decía Montse, de
Jaimes. Este oficio ya no es únicamente vocacional, es casi evangelizador, y están cansados. Las librerías venden menos de lo que les permitiría sobrevivir. Vemos unas cuantas librerías (once en dos días) y la parroquia no se pega codazos en ninguna por llegar a caja precisamente. Pero ahí están los llibreters en modo "si necesitas algo, llámame". Salvo contadas excepciones, es decir que tienes la intención kamikaze de unirte al gremio y empezar a lloverte consejos, ánimos y explicaciones diversas en 0.5 segundos. Fascina el criterio para seleccionar el fondo de Xavier, de
No llegiu. Quería preguntarle cómo hacía para devolver las novedades y tener únicamente los libros que él -y no las editoriales- quiere. "Devolviéndolas". Oído cocina. Él guarda en su casa sólo lo que le da la gana, como todo hijo de vecino, está claro. Hace lo mismo con su librería.
Documenta tiene ella solita 15.000 ejemplares y determinado alineamiento ideológico que se le nota en los andares de la sección de ensayo. Eric desmiga lo que mejor - y peor- funciona en esa librería e incluso se anima a apuntarse a la inauguración de una librería en Pamplona. Cuidado que tomo la palabra. En Jaimes no les queda mucho más por hacer: treinta actividades al mes organizan en un espacio cuidado hasta el último detalle que lleva Monste. Como dice más tarde otra Montse, el motor de
+Bernat, las librerías son ya almacenes de cultura, nada de vender libros únicamente. Eso lo dice con otras 1.000 ideas, consejos, modelos a copiar y advertencias que no caen, ni mucho menos, en saco roto. No se puede ser más amable ni entrenando a jornada completa. Parada obligatoria es
Casa Usher, un referente en la financiación -se hizo en parte con crowdfunding y con donaciones en especie (tiempo de trabajo, espejos modernistas) y con la determinación de tres personas. Dice María que les vino muy bien lo de tener que hacer el proyecto para pedir el dinero a la gente y no a un banco: "Tuvimos que sentarnos a definir el proyecto completo, a dejarlo todo clarísimo desde el principio". Al final lo consiguieron y no les pudo quedar mejor. Días después se dibuja en mi cabeza un espacio propio que peleará por quedarse, como me sugiere quien me acompaña y me conoce: "haz la librería que te gustaría visitar". Después de este tour, el listón no puede estar más alto. Moltes gràcies, llibreters!
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Fotos: @yvettemoya |
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