De reseñas y otras hierbas

lunes, 14 de noviembre de 2011

A costa de un tuit de Javier Avilés, dueño y señor del lamento de Portnoy, y otras constataciones brutales, se me antoja la definición de prioridades en cuanto reseñas deseables. Es verdad que en la que hace referencia e intenta explicar si le ha gustado o no el último artefacto nipón del flipao de Murakami se le va la mano con las potenciales rectificaciones, pero tampoco es como para flagelarse en el vocero de Tuiter... Yo soy muy fan de la primera definición de reseña:  "narración sucinta", que sazono con el tema del libro -no extractos, citas, capítulos enteros, tesis doctorales, etc- y la opinión de quien suscribe, a poder ser justificada. Se me quedan fuera de juego las soflamas interminables y las paráfrasis penosas. Dejo los comentarios de texto y los análisis literarios (ergo técnicos) de la obra, donde se puede echar el resto con estructuras, géneros, influencias, estilos y demás flora y fauna autóctona a quien guste de profundidades abisales a la hora de la siesta y de crítica literaria a fuego lento. Yo estoy ya muy mayor. Déjame a un lado la publicidad encubierta o aportagayola de ciertos antros patrocinados. No puedo con ellos.

Si bien el mundo de los blogs habrá dejado temblando varios formatos, (¿dónde empieza el artículo de opinión, sigue la reseña y acaba el ejercicio literario?), porque hay de todo y para todos en la viña blogosférica, eso es lo bueno; yo sólo mantengo un humilde parámetro contra viento y marea: las mías son breves, porque no doy para más, está claro, y porque no quiero para los demás aquello que detesto para mí.  Me deleito con aquellas que de tan frescas dan escalofríos y esperanza en el género bloguero o simplemente me hacen reír a carcajadas. Pero si esto son dos días, Javier, enlázate, hombre.




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