Tú me haces resistir

Ni ganas. Cuando creíamos que nada podía ir peor, lo peor llegó.  Con presuntas democracias en liquidación y la cuna de la civilización europea en llamas ni ganas quedan de contar qué leo. Paso directamente al por qué: para irme lejos, como todos, y olvidarme al menos unos minutos al día de las toneladas de desamparo que nos entierran en vida, que parece esto ya el pueblo de Pedro Páramo. Como para no darle a la literatura de evasión, la cosa está tan mal que los de Agatha Christie se antojan de mucho pensar. El problema es que me he traído a casa un menú muy duro de roer. El último día la bibliotecaria de guardia, que sabe lo que hace, me endilgó el "Mientras agonizo", de Faulkner. Me lo debía ver todo en la cara.