Esta Navidad, haz de librer@.

Venga, me apunto. Me ha gustado la iniciativa porque recomendar un libro tampoco implica que el destinatario deba comprarlo, puedes pasearte hasta ese sitio recortado pero acogedor donde los haya que se llama biblioteca pública y tomarlo prestado. La CEGAL, Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros, ha colgado una web con postales virtuales para enviar por correo electrónico con la recomendación de un libro. Dar en el clavo es apostar precisamente por aquello que se está perdiendo en las librerías y más valor tiene: el consejo del librero. Claro que para eso el librero debe serlo. No confundir este perfil con dependiente de librería. Se diferencian, entre otras cosas, por cómo contestan a la pregunta: ¿Qué me recomiendas? Si la respuesta es algo así como  pfff, no sé, es que... ahí está el pasillo de novedades estamos claramente ante un/a dispensador/a de libros que lo mismo puede vender libros que fiambreras. Para ser librero hay que leer, importarle a uno lo que hace y perpetrar un tercer grado bastante específico al cliente para indagar en sus gustos -cuales sean- y atinar a la primera en esa respuesta. Todo un arte en peligro de extinción. 

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