Quo usque tandem abutere, Mariano, patientia nostra?

Odiaba el latín. Por eso lo esquivé en COU, después de sufrirlo en 2º y 3º de BUP. No hagáis eso si os esperan después 3 años 3 de latín en una facultad de filología. Total calvario: 5 años. Sufrí las Catilinarias en silencio, cual hemorroides, en el primer año de carrera. Cómo aprobé la traducción de la Medea en 3º es un hecho todavía sin aclarar, espero que haya prescrito. Con los años, lo poco que se quedó en mi disco duro fue borrándose hasta quedar solamente un puñado de frases o expresiones de las que tirar en caso de pegote. Con lo que sí me quedé fue con el cabreo monumental de Marco Tulio, quien, siendo papá de la oratoria clásica, moderna y planetaria en general, y estando hasta las pelotas de un tal Catilina, que la iba a liar en Roma con un pedazo de golpe de estado, esperó -tuvo el cuajo- a tenerlo delante en pleno Senado romano y en su turno de palabra empezó un discurso que 2.000 años después todavía se estudia por estos lares. Y es que ese ¿¿Hasta cuándo??, ¿¿Hasta cuándo vamos a tener que aguantarte?? versión clásico-latino-elegante no pasa de moda. Yo, rupestre de mí, ya no pido que te entregues, me conformo con que te largues y dejes de sangrarnos, Mariano. 

El tal Catilina es el que está colgado, mientras Marco le lee la cartilla
Cesare Maccari , 1889